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miércoles, 30 de julio de 2014
Poesía chiquita
Un haikú o jaiku es una estrofa poética originaria de la literatura japonesa clásica que pretende expresar en sólo tres versos un sentimiento breve y sincero , surgido normalmente ante la contemplación de la naturaleza o también ante sentimientos sobre el amor, la muerte, la enfermedad, el dolor o ante cualquier momento vivido.
martes, 29 de julio de 2014
SOMBRAS VERTICALES
Tendones sin límite de agobio
en el vector menos calmo del encierro.
Desespero por desesperar
limas y barrotes
que cautivan al poema a rayas
que la sangre atrapa.
Ganas de gritar ¡no vayas!
al primero que distraído pise
el baldosón del amor.
Atento al golpe del martillo
liberar del apretujo
del más antiguo rodillo
al grillo embelesado por el lujo
y soplar el desafino.
Todo camino es golgotiano
y cabe en el cuenco de la mano
o en el beso residual que no se cobra,
Una rosa sobra
como sobra la bala
saliente y amarilla en medio de la cala.
El cementerio cruje
si los muertos nuestros roncan.
Mentira el silencio,
Después de la bomba
hay lava en el llanto y pis en la alfombra
y la ruina, nada.
Huyen las alondras de la piel quemada
rumbo a la puesta del sol
cuando el sol sombrea el mapa.
Vaya encontrados dones
las flores y los aviones,
los niños, los cartabones,
las piedras y las mezquitas,
los vales, los uniformes
y los cráteres de ojos enormes,
las pitones y las pitas
en las colinas marrones.
La belleza se revuelca en la utopía
de mecer las insalvables cunas.
¡cuántas estrellas, cuántas lunas, cuántos desiertos!
Pocos vivos, muchos muertos.
Y en un pedestal salvaje
el ultraje
a los humanos vientos.
Frente al espejo impoluto del delirio
Dios, Alá, Jehová o como quiera que se nombre
afeitas lo que sobra de sus barbas
para aumentar la carga
del hombre.
El amor, bajo la ducha
piensa que cabiendo en cada lucha
hay sombras verticales que no crecen.
Conviven razón y sinrazón
en el más cruel de los concubinatos.
León Guinsburg
domingo, 27 de julio de 2014
Ejemplos de Acrósticos:
Aleteo de mariposas en mi corazón
Libres de angustia y dolor
Esperanza que surge del alma
Gorjeo de un pájaro al sol
Risa jovial y sincera
Impulsa las penas hacia fuera
Alegría feliz, pero pasajera.
Clara Manero Rebé
Trataré de olvidarme de ti.
Espero que seas feliz.
Aquí estaré para lo que necesites.
Desearé tu llegada.
Oleré tu fragancia en mi piel.
Recordaré tus palabras de amor.
Olvidaré tus besos y abrazos.
Ana Villalmanzo
Ejemplos de Canciones:
Canción del Pirata
de José de Espronceda
de José de Espronceda
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:
«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.»
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
«Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.»
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por la mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:
«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.»
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
«Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.»
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por la mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Es un buen tipo mi viejo
Es un buen tipo mi viejo
Que anda solo y esperando
Tiene la tristeza larga
De tanto venir andando
Yo lo miro de desde lejos
Pero somos tan distintos
Es que creció con el siglo
Con tranvía y vino tinto
Viejo, mi querido viejo
Ahora ya caminas lento
Como perdonando el viento
Yo soy tu sangre mi viejo
Soy tu silencio y tu tiempo.
El tiene los ojos buenos y una figura pesada
La edad se le vino encima
Sin carnaval
Ni comparsa
Yo tengo los años nuevos
Mi padre los años viejos
El dolor lo lleva dentro
Y tiene historias sin tiempo
Viejo, mi querido viejo
Ahora ya caminas lento
Como perdonando el viento
Yo soy tu sangre mi viejo
Soy tu silencio y tu tiempo
Yo soy tu sangre mi viejo.
Ejemplos de Décimas:
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
“¿Habrá otro -entre sí decía-
más pobre y triste que yo?”
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó
Pedro Calderón de la Barca
Amor, no te llame amor
-
-
-
- el que no te corresponde
- pues que no hay materia adonde
- imprima forma el favor.
- naturaleza, en rigor,
- conservó tantas edades
- correspondiendo amistades
- que no hay animal perfecto
- si no asiste a su concepto
- la unión de dos voluntades
-
-
-
- Félix Lope de Vega y Carpio, primeros versos de El Caballero de Olmedo, 1620
- Volver a los diecisiete
- después de vivir un siglo
- es como descifrar signos
- sin ser sabio competente.
- Volver a ser de repente
- tan frágil como un segundo.
- Volver a sentir profundo
- como un niño frente a Dios.
- Eso es lo que siento yo
- en este instante fecundo
-
-
-
-
-
Ejemplos de Romance:
Romance de la luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
Lee todo en: Romance de la luna - Poemas de Federico García Lorca http://www.poemas-del-alma.com/romance-de-la-luna.htm#ixzz38gWqbcto
Romance del caballero
Por los caminos perdido
iba, jinete en la yegua,
sorprendido por el alba
cuya luz la brisa besa,
en los amores pensando,
que de amor el alma llena
siente el bravo caballero,
cuyo pecho desespera.
Por los caminos perdido,
hasta cruzarse en la vega,
no lejos del arroyuelo,
con una hermosa mozuela,
claro el mirar, cristalino,
alta la frente más bella,
y más que la aurora el labio
que luz vio en su boca fresca.
“Dime tú, niña graciosa,
que vienes a buscar agua
y en esta fuente la encuentras
justo cuando nace el agua.
Dime tú, dulce mozuela,
que buscas el agua fría
que brota de clara fuente
al llegar la amanecida”.
Oyó la joven sus voces
y, volviéndose, asustada,
más nieve se halló en su rostro
que en el prado clara escarcha.
Oyó la moza sus gritos
y, se giró, estremecida,
blanca como las heladas
después de la noche fría.
“Ya que me llevan los pasos
por esta senda callada,
dime el nombre del villorrio
donde he de perder el alma.
Ya que el amor azaroso
por esta senda me guía,
dime qué nombre recibe
en el lugar esta villa”.
Repuesta del grave susto
le respondió la muchacha,
temerosa por las voces
con las que la reclamaban.
Del grave susto repuesta
respondió la bella niña,
temblorosa ante aquel hombre
que tales cosas decía:
“Villanclán las gentes dicen
que aquesta villa se llama,
por esta fuente famosa
de la que corre agua clara.
Villanclán las gentes dicen,
que así se llama la villa,
por esta fuente serena
que es de todos conocida”.
Por los caminos perdido
iba, jinete en la yegua,
sorprendido por el alba
cuya luz la brisa besa,
en los amores pensando,
que de amor el alma llena
siente el bravo caballero,
cuyo pecho desespera.
Por los caminos perdido,
hasta pasar de la vega,
no lejos de negras playas
que, con pizarrosa arena,
muestras dan del sueño triste
que duermen, cada marea,
y que pisa, a su capricho,
al pasar, su blanca yegua.
José Ramón Muñiz Álvarez
“Alborada de San Juan en Puerto Vega” 2009 ©
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
Federico García Lorca
Lee todo en: Romance de la luna - Poemas de Federico García Lorca http://www.poemas-del-alma.com/romance-de-la-luna.htm#ixzz38gWqbcto
Romance del caballero
Por los caminos perdido
iba, jinete en la yegua,
sorprendido por el alba
cuya luz la brisa besa,
en los amores pensando,
que de amor el alma llena
siente el bravo caballero,
cuyo pecho desespera.
Por los caminos perdido,
hasta cruzarse en la vega,
no lejos del arroyuelo,
con una hermosa mozuela,
claro el mirar, cristalino,
alta la frente más bella,
y más que la aurora el labio
que luz vio en su boca fresca.
“Dime tú, niña graciosa,
que vienes a buscar agua
y en esta fuente la encuentras
justo cuando nace el agua.
Dime tú, dulce mozuela,
que buscas el agua fría
que brota de clara fuente
al llegar la amanecida”.
Oyó la joven sus voces
y, volviéndose, asustada,
más nieve se halló en su rostro
que en el prado clara escarcha.
Oyó la moza sus gritos
y, se giró, estremecida,
blanca como las heladas
después de la noche fría.
“Ya que me llevan los pasos
por esta senda callada,
dime el nombre del villorrio
donde he de perder el alma.
Ya que el amor azaroso
por esta senda me guía,
dime qué nombre recibe
en el lugar esta villa”.
Repuesta del grave susto
le respondió la muchacha,
temerosa por las voces
con las que la reclamaban.
Del grave susto repuesta
respondió la bella niña,
temblorosa ante aquel hombre
que tales cosas decía:
“Villanclán las gentes dicen
que aquesta villa se llama,
por esta fuente famosa
de la que corre agua clara.
Villanclán las gentes dicen,
que así se llama la villa,
por esta fuente serena
que es de todos conocida”.
Por los caminos perdido
iba, jinete en la yegua,
sorprendido por el alba
cuya luz la brisa besa,
en los amores pensando,
que de amor el alma llena
siente el bravo caballero,
cuyo pecho desespera.
Por los caminos perdido,
hasta pasar de la vega,
no lejos de negras playas
que, con pizarrosa arena,
muestras dan del sueño triste
que duermen, cada marea,
y que pisa, a su capricho,
al pasar, su blanca yegua.
José Ramón Muñiz Álvarez
“Alborada de San Juan en Puerto Vega” 2009 ©
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Ejemplos de Eglogas:
Egloga
La aurora se contempla en su regazo:
su falda rosa la despliega el río.
Hay un cañaveral en desvarío
que luce verde y piruetero lazo.
La estrella de azahar cuelga su brazo
del limonero, duro de rocío.
Hay un ternero que se ahuyenta el frío
ciñéndose a la luz en un abrazo.
Una piragua va tras la lejana
sinfonía del sol de la mañana
recortando en la orilla su silueta.
Brinca una voz de hombre que saloma
entre aquellas espigas de la loma
y la brisa despierta a la veleta.....
Stella Sierra
Del Libro Canciones de Mar y Luna (1944)
El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de contar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
de pacer olvidadas, escuchando.
Tú, que ganaste obrando
un nombre en todo el mundo,
y un grado sin segundo,
agora estés atento, solo y dado
al ínclito gobierno del Estado,
Albano; agora vuelto a la otra parte,
resplandeciente, armado,
representando en tierra el fiero Marte;
Garcilaso de la Vega (1501-1536), Égloga I (fragmento)
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Stella Sierra
Ejemplos de Elegías:
Elegía
En Orihuela, su pueblo y el mío, se me
ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con
quien tanto quería.
ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con
quien tanto quería.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera;
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y en tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata le requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández
ELEGÍAS BREVES
I
Al pie de un sauce, triste Narciso de las aguas,
o cerca de una roca inexorable
quiero dejar mi cuerpo
como el que deja ropas en la playa.
Ay, mis brazos, guirnaldas desceñidas,
ay, mi cintura quieta entre las danzas.
Al pie de un sauce, triste Narciso de las aguas,
o cerca de una roca inexorable
quiero dejar mi cuerpo
como el que deja ropas en la playa.
Ay, mis brazos, guirnaldas desceñidas,
ay, mi cintura quieta entre las danzas.
No soy de los que exprimen
su corazón en un lugar violento.
Soy de los que atestiguan
su corazón en un lugar violento.
Soy de los que atestiguan
la belleza y la muerte de la rosa.
II
Si pudiera mirarte, bella tan sólo, rosa,
y detener mis ojos largamente en tus pétalos
como una sed que duerme a la orilla de un río.
Si pudiera mirarte, bella tan sólo, rosa,
y detener mis ojos largamente en tus pétalos
como una sed que duerme a la orilla de un río.
Si te mirara sólo, sin amarte,
con este amor convulso y desgarrado
de quien siente tu fuga irrevocable.
con este amor convulso y desgarrado
de quien siente tu fuga irrevocable.
Ah, si yo no quisiera disecarte,
amarilla, en las páginas herméticas de un libro
con el afán inútil del que conoce el tiempo.
amarilla, en las páginas herméticas de un libro
con el afán inútil del que conoce el tiempo.
Rosario Castellanos
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