domingo, 27 de julio de 2014

Ejemplos de Romance:

Romance de la luna


La luna vino a la fragua 
con su polisón de nardos. 
El niño la mira mira. 
El niño la está mirando. 

En el aire conmovido 
mueve la luna sus brazos 
y enseña, lúbrica y pura, 
sus senos de duro estaño. 

Huye luna, luna, luna. 
Si vinieran los gitanos, 
harían con tu corazón 
collares y anillos blancos. 

Niño déjame que baile. 
Cuando vengan los gitanos, 
te encontrarán sobre el yunque 
con los ojillos cerrados. 

Huye luna, luna, luna, 
que ya siento sus caballos. 
Niño déjame, no pises, 
mi blancor almidonado. 

El jinete se acercaba 
tocando el tambor del llano. 
Dentro de la fragua el niño, 
tiene los ojos cerrados. 

Por el olivar venían, 
bronce y sueño, los gitanos. 
Las cabezas levantadas 
y los ojos entornados. 

¡Cómo canta la zumaya, 
ay como canta en el árbol! 
Por el cielo va la luna 
con el niño de la mano. 

Dentro de la fragua lloran, 
dando gritos, los gitanos. 
El aire la vela, vela. 
el aire la está velando.


Federico García Lorca


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Romance del caballero



Por los caminos perdido

iba, jinete en la yegua,

sorprendido por el alba

cuya luz la brisa besa,

en los amores pensando,

que de amor el alma llena

siente el bravo caballero,

cuyo pecho desespera.

Por los caminos perdido,

hasta cruzarse en la vega,

no lejos del arroyuelo,

con una hermosa mozuela,

claro el mirar, cristalino,

alta la frente más bella,

y más que la aurora el labio

que luz vio en su boca fresca.

“Dime tú, niña graciosa,

que vienes a buscar agua

y en esta fuente la encuentras

justo cuando nace el agua.

Dime tú, dulce mozuela,

que buscas el agua fría

que brota de clara fuente

al llegar la amanecida”.

Oyó la joven sus voces

y, volviéndose, asustada,

más nieve se halló en su rostro

que en el prado clara escarcha.

Oyó la moza sus gritos

y, se giró, estremecida,

blanca como las heladas

después de la noche fría.

“Ya que me llevan los pasos

por esta senda callada,

dime el nombre del villorrio

donde he de perder el alma.

Ya que el amor azaroso

por esta senda me guía,

dime qué nombre recibe

en el lugar esta villa”.

Repuesta del grave susto

le respondió la muchacha,

temerosa por las voces

con las que la reclamaban.

Del grave susto repuesta

respondió la bella niña,

temblorosa ante aquel hombre

que tales cosas decía:

“Villanclán las gentes dicen

que aquesta villa se llama,

por esta fuente famosa

de la que corre agua clara.

Villanclán las gentes dicen,

que así se llama la villa,

por esta fuente serena

que es de todos conocida”.

Por los caminos perdido

iba, jinete en la yegua,

sorprendido por el alba

cuya luz la brisa besa,

en los amores pensando,

que de amor el alma llena

siente el bravo caballero,

cuyo pecho desespera.

Por los caminos perdido,

hasta pasar de la vega,

no lejos de negras playas

que, con pizarrosa arena,

muestras dan del sueño triste

que duermen, cada marea,

y que pisa, a su capricho,

al pasar, su blanca yegua.

         José Ramón Muñiz Álvarez
“Alborada de San Juan en Puerto Vega” 2009 © 




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