La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
Federico García Lorca
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Romance del caballero
Por los caminos perdido
iba, jinete en la yegua,
sorprendido por el alba
cuya luz la brisa besa,
en los amores pensando,
que de amor el alma llena
siente el bravo caballero,
cuyo pecho desespera.
Por los caminos perdido,
hasta cruzarse en la vega,
no lejos del arroyuelo,
con una hermosa mozuela,
claro el mirar, cristalino,
alta la frente más bella,
y más que la aurora el labio
que luz vio en su boca fresca.
“Dime tú, niña graciosa,
que vienes a buscar agua
y en esta fuente la encuentras
justo cuando nace el agua.
Dime tú, dulce mozuela,
que buscas el agua fría
que brota de clara fuente
al llegar la amanecida”.
Oyó la joven sus voces
y, volviéndose, asustada,
más nieve se halló en su rostro
que en el prado clara escarcha.
Oyó la moza sus gritos
y, se giró, estremecida,
blanca como las heladas
después de la noche fría.
“Ya que me llevan los pasos
por esta senda callada,
dime el nombre del villorrio
donde he de perder el alma.
Ya que el amor azaroso
por esta senda me guía,
dime qué nombre recibe
en el lugar esta villa”.
Repuesta del grave susto
le respondió la muchacha,
temerosa por las voces
con las que la reclamaban.
Del grave susto repuesta
respondió la bella niña,
temblorosa ante aquel hombre
que tales cosas decía:
“Villanclán las gentes dicen
que aquesta villa se llama,
por esta fuente famosa
de la que corre agua clara.
Villanclán las gentes dicen,
que así se llama la villa,
por esta fuente serena
que es de todos conocida”.
Por los caminos perdido
iba, jinete en la yegua,
sorprendido por el alba
cuya luz la brisa besa,
en los amores pensando,
que de amor el alma llena
siente el bravo caballero,
cuyo pecho desespera.
Por los caminos perdido,
hasta pasar de la vega,
no lejos de negras playas
que, con pizarrosa arena,
muestras dan del sueño triste
que duermen, cada marea,
y que pisa, a su capricho,
al pasar, su blanca yegua.
José Ramón Muñiz Álvarez
“Alborada de San Juan en Puerto Vega” 2009 ©
muy buenos los poemas XD
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